¿Cuántas veces te has quejado, de manera interna o a viva voz, de que tus hijxs, tus alumnxs o tus empleadxs no te hacen caso, no te respetan, no te obedecen? ¿Quizá necesitas estar en modo vigilancia, o encima de ellxs, para que hagan lo que les pides?

Es una de las mayores quejas que recibo cuando hago un taller para padres, madres y maestrxs. Es una de las mayores quejas cuando hablo con empresarios y empresarias.

Estamos viviendo días totalmente diferente, con rutinas diferentes y normas diferentes. Y a mí, me maravilla el comportamiento humano.

Una de las cosas que más me impactaron cuando empecé a estudiar coaching fue descubrir que los demás nos hacen de espejo. Espejo de nosotros mismos, de nuestras luces y nuestras sombras. ¿Y nuestros hijos? Ellos son nuestro vivo reflejo.

¿Por qué te digo esto?

Porque cada día veo en las noticias cómo hay quienes se inventan cualquier excusa para salir a la calle. He visto de todo, desde personas que sacaban a pasear a un peluche, hasta quienes salían a cazar pokémons. Ir al supermercado 3 veces al día, sacar al perro a pasear 5 veces o llevar la basura durante 5 kilómetros. ¿Cuántas excusas has intentado encontrar durante estos días para salir a la calle y saltarte la cuarentena?

¿Obedecemos nosotros? ¿Respetamos las normas nosotros? ¿Hacemos caso a lo que nos dicen?

¡Parece ser que no!

Y la prueba está en que tenemos que ser vigilados constantemente por las fuerzas de seguridad y nos vemos sometidos a castigos si no cumplimos con lo que nos piden.

¿Te suena esto a lo que te sucede en casa o en clase? ¿Quizá te pasa esto con tus empleados?

¿Te has preguntado alguna vez por qué no somos capaces de seguir unas simples instrucciones si no nos someten a algún tipo de vigilancia y castigo?

Tenemos tan interiorizado el modelo de premios y castigos que si no es así, parece que no funcionamos. Para algunos, el castigo tiene que ser monumental sino, hace «oídos sordos» a las normas. Ni tan siquiera obedecemos por un bien común. Miramos nuestro ombligo y poco más, quizá el del que tenemos al lado si es una persona muy muy querida, sino, tampoco.

Da igual que hablemos de cuarentena, proyectos que entregar, exámenes que hacer o normas que cumplir en casa. Da igual que hablemos de adultos, adolescentes, preadolescentes o niñxs pequeños. La mayoría tenemos el mismo comportamiento: «si quieres que obedezca, prémiame o castígame. Si quieres que obedezca, vigílame, porque de manera autónoma no sé hacerlo. No quiero hacerlo».

Como has podido observar, algo falla en el modelo educativo que estamos teniendo en casa y en el aula. Si queremos adultos responsables y seguimos haciendo lo mismo, no obtendremos resultados diferentes, seguiremos teniendo adultos motivados por premios y castigos. Adultos infantilizados. Empleados infantilizados.

¿Quieres hijxs responsables? Empieza tú por tener un comportamiento responsable y por educar de manera responsable.

¿Quieres alumnxs comprometidos? Empieza tú por ser un maestrx o profesor/a comporometido con ellxs. Responsable con ellxs.

¿Quieres empleados autónomos y líderes? Empieza tú por darles esa autonomía y confianza. Empieza tú por ser un/a líder.

No podemos pedir lo que no damos.