Si buscas ejemplos prácticos de cómo educar sin premios ni castigos, te estás preguntando cuáles son las consecuencias de utilizar los refuerzos positivos y negativos y cómo cambiarlos por alternativas emocionalmente más sanas, este es tu sitio.
Hace relativamente poco encontré un artículo que pretendía ser la alternativa definitiva a los premios y los castigos. Así que, en cuanto mis ojos vieron el título dejé de ser dueña de mi mano que rauda y veloz clickeó en el enlace por si a mi cabeza se le ocurría salir despavorida y cerrar el navegador.
Cuando terminé de leerlo lamenté profundamente que mi mano tuviera vida propia en ocasiones y que, además, fuera más rápida que yo procesando mis propios pensamientos.
En modo resumen te diré que venía a decir que los premios y los castigos tenían consecuencias en nuestros hijos y que había que cambiarlos por consecuencias positivas o negativas, dependiendo del momento y de la situación.
Es decir, que si tu hijo no quiere hacer los deberes, no lo tienes que castigar, sólo tienes que decirle que si no los hace no iréis al parque.
¿Maandeee?
Como lo oyes, o mejor dicho, como lo lees. Eso sí, explicándole al niño o niña que no es un castigo, que es una consecuencia.
Y yo, cuando llegué a esta parte, tampoco era ya dueña de mis ojos que se salieron de las órbitas como si quisieran huir de ese momento en ese lugar.
Y no me extraña ehh! Porque ¿qué quieres que te diga? esto en mi pueblo es un castigo en toda regla. De consecuencia tiene poco. Bueno, o mucho, pero desde luego, no es una consecuencia natural de la vida. Es un castigo disfrazado con el nombre de consecuencia y que no tiene lógica ninguna.
¿Consecuencia de la consecuencia? Pues la rabia de tu hijo por no entender la relación entre las tareas del cole y el parque.
Y todo este rollo sólo para decirte que me da igual si le llamas castigo o si le llamas consecuencia. Si en la edad adulta no habría esa misma consecuencia de manera natural, es decir, siguiendo el curso de la vida, entonces es un castigo en toda regla.
Si lo que quieres es cambiar la conducta de tus hijos, adelante, ¡utilízalos! Son “mano de Santo”, funcionan en el 99% de las veces. Eso sí, no les pidas que estén emocionalmente sanos y que tengan una autoestima saludable.
Y no, no me digas que a ti te educaron con premios y castigos y que no tienes ningún “trauma” porque aquí no hablamos de traumas, hablamos de las repercusiones que ha tenido en tu vida adulta y en tu día a día.
Por otra parte, que no seas consciente de que tienes un “trauma” (bloqueos, limitaciones, …), no significa que no lo tengas.
Para que te hagas una idea, y de manera súper resumida, te diré que sólo eres consciente de un 10% o un 20%. El resto, permanece en tu inconsciente sin tú saber porqué está ahí.
Tus acciones y tus pensamientos están sustentados por unas creencias y valores que, en su mayoría, fueron asumidas en la infancia (de los 0 a los 7 años). Esas creencias y esos valores están en tu inconsciente. Por lo tanto, no me digas que no te ha pasado nada porque te hayan educado así porque no lo sabes, de hecho, me atrevería a decir que no te imaginas hasta qué punto te ha podido influir.
Índice de contenidos
- 1 ¿Qué diferencia hay entre las consecuencias o castigos y las consecuencias naturales?
- 2 ¿Qué consecuencias tienen los premios y los castigos?
- 3 ¿Cuál es la alternativa a los premios y los castigos?
- 4 ¿Cuáles son las consecuencias naturales en la vida adulta?
- 5 ¿Cuáles son las consecuencias naturales en la infancia y en la adolescencia?
- 6 ¿Por qué mi hij@ no me obedece si no es con amenazas o castigos?
- 7 Algunos estudios al respecto:
- 8 Conclusiones:
¿Qué diferencia hay entre las consecuencias o castigos y las consecuencias naturales?
No te voy a mentir, esto no es más que una cuestión de significado. Dependiendo de lo que para ti signifique consecuencia y signifique castigo, así serán las diferencias.
Te lo vengo a decir porque hay para quienes una consecuencia natural de la vida es un castigo (véase la actitud de las personas mal-llamadas “victimistas”).
Y te lo digo también porque hay para quienes un castigo es mostrar enfado o un premio dar un abrazo o sonreír. No es a esto a lo que me refiero.
De lo que aquí hablo es de los premios y los castigos que se conocen socialmente por la mayoría, es decir: darte o quitarte algo que te gusta. Lo que también se conoce como refuerzo positivo y refuerzo negativo.
Sin irme del mejunje que nos ocupa y volviendo al lio:
- Consecuencia o castigo: no tiene ningún tipo de relación con la actividad o situación vivida de la que deriba.
Por ejemplo:
o “Si no te comes la comida, no hay postre” o la alternativa “Si te comes la comida te doy un helado o una chocolatina”
o “Si no recoges tus juguetes, no vamos al parque”
o “Si no te portas bien (me encanta esto de “portarse bien”), no tendrás regalos en Navidad”
- Consecuencia natural: está directamente relacionado con la situación y sería lo que le pasaría a cualquier persona que llevara a cabo dicha actividad o que viviera dicha situación
Por ejemplo:
o “Si no te comes la comida, quizá pases hambre”
o “Si no haces las tareas del cole, es posible que el profesor o profesora te baje la nota en el examen”
o “Si no te portas bien (por favor, que desaparezca esta expresión ya!)…” ¿Qué narices es “portarse bien”? ¿hacer lo que tú quieres que hagan porque a ti te conviene y te viene bien? ¿qué no molesten.
Esta frase no se puede acabar porque no tiene ni pies ni cabeza
Si quieres que hagan lo que tú les digas y lo utilizas como frase que empieza por: “Si no te portas bien”, estás amenazándolos. Punto.
o “Si no recoges tus juguetes va a estar todo desordenado y no podremos andar” o “Si no recoges tus juguetes los podemos pisar sin querer y hacernos daños además de que quizá se puedan romper”
Sí, lo sé, no te gusta esta alternativa porque lleva más tiempo, no es tan inmediata como las amenazas y requiere de nuestra paciencia y nuestra colaboración.
Pero ¿qué quieres que te diga? Si tuviste hijos para que te obedecieran y que cumplieran con tus expectativas, tienes un problema, porque entonces no estás viendo a tus hijos tal y como son, sino que estás viendo cómo NO son según tu modelo deseado de hijo o de hija.
¿Qué consecuencias tienen los premios y los castigos?
Y hablando de consecuencias, vamos a ver las que tiene amenazar a nuestros hijos o alumnos (sí, esto también pasa en el cole y en los institutos)
- Consecuencias de los castigos/amenazas:
– Sienten rabia y enfado porque tienen la sensación (muy acertada por cierto) de que sus ma/padres no les entienden. No se sienten sentidos. No se sienten vistos. No se sienten tenidos en cuenta.
o ¿Qué niño, después de más de 6 horas en el colegio y 20 extraescolares, quiere llegar a casa y sentarse a hacer las tareas?
o ¿Qué persona, después de estar 8 horas trabajando tiene ganas de llegar a casa y ponerse a recoger? NINGUNA. Independientemente de que lo hagas o no y teniendo en cuenta que lo haces porque tienes un motivo mayor a tus ganas. Quizá el ver la casa recogida después. Lo que pasa es que ellos/ellas no tienen esa visión de “futuro”
o Los niños no están preparados para recoger, están preparados para jugar. ¿Quieres que recojan? Recoge con ellos ¿No te apetece recoger? No les pidas que les apetezca a ellos. ¿Quieres ir a lo rápido y a lo cómodo? Castígales y amenázales para que lo hagan, pero sé consciente de que les estás amenazando y castigando por hacer lo mismo que tú estás haciendo: “querer ser cómodos y no recoger”
– Pronto se dan cuenta de que nada tiene que ver lo que están haciendo o lo que no quieren hacer, con el castigo que están recibiendo.
o Lo que se traduce en rabia e ira que van acumulando y que tienden a sacar en la adolescencia.
o Pierden la confianza que tienen en nosotros
o Se sienten engañados y manipulados
o Empiezan a sentir inseguridad porque nunca saben cuál va a ser el castigo o la amenaza ante una situación que vivieron ayer sin consecuencias y que hoy sí que las tiene (o al revés)

– Dejan de hacer las cosas por convicción y por motivación interna. Las hacen sólo por miedo y por obligación
o Esto les lleva a hacer por hacer, sin saber el motivo ni la razón. Y esto, traducido en adolescentes lleva a que nuestros hijos prueben ciertas cosas por miedo al rechazo de sus amigos o por miedo a que les castiguen. Y no que les castigues tú, porque ya no eres su persona de referencia, sino por miedo a que les “castiguen” sus amigos.
– Autoestima muy poco saludable
o Como consecuencia de lo mencionado anteriormente: no sentirse vistos, tenidos en cuenta, sentidos, etc.
– Culpabilidad por no hacer y ser las personas que sus ma/padres quieren que sean (y si encima los comparamos con lo que sí que hacen los demás niños, ya lo bordamos y nos cargamos su autoestima del tirón y sin miramientos)
o Esto lleva a la necesidad de hacerlo todo perfecto. A la búsqueda de esa perfección que nunca alcanzaremos porque, básicamente, no existe
o ¿A qué lleva la perfección? A dejar de asumir riesgos, a no exponernos, a no hacer cosas que no sepamos con certeza que las vamos a hacer perfectas. Porque, inconscientemente, tendremos miedo de recibir un castigo por no ser perfectos o por no hacer las cosas perfectas.
Estos comportamientos, tanto en la infancia, adolescencia y en la vida adulta, son totalmente INCONSCIENTES. Ni sabrás que vienen de los premios y los castigos, ni serás consciente de que vienen de la infancia y de cómo te educaron.
– Necesidad de aprobación continua. Derivada de la baja autoestima (o autoestima poco saludable). Llegan a querer agradarnos por todo porque relacionan que cuando ma/papá está contenta o contento (o no están enfadados) entonces le quieren. Y un hijo, para que sus padres le quieran, hace lo que haga falta. (Cuidado con esto en la adolescencia y en la vida adulta).
– Sumisión absoluta
o Igual que lo mencionado arriba, las cosas no las hacen porque quieran, las hacen por miedo al castigo o por evitarlo
o Esa sumisión pasa a formar parte de él o ella y les acompañará el resto de su vida.
Ahora bien, si pensabas que solo los castigos tenían consecuencias, agárrate los pelos Mari Carmen porque los premios también las tienen, y te aseguro que no son nada positivas. Ahí va eso:
- Consecuencias de los premios:
– Aprenden a moverse por motivación extrínseca, es decir, la motivación tiene que venir en modo de recompensa o aprobación externa. Dejan de ser capaces de buscar una motivación interna. Inhiben el desarrollo de la autodisciplina
o En qué se traduce esto? Pues que cuando sean adultos, no harán nada (o casi nada) si no es porque obtienen algo a cambio. Y con ese “algo” me refiero a algo externo, no a bienestar, crecimiento personal, etc.
– Se convierten en personas que hacen para tener y así ser. En lugar de SER y desde ahí hacer para tener
o La consecuencia que más veo que se repite es la necesidad de ser feliz. Son muchos los adultos que creen que cuando consigan X puesto de trabajo, tengan Y cosas o alcancen Z entonces serán felices. Esta creencia viene del sistema de premios y castigos. Si no eres feliz ahora mismo, con las circunstancias que tienes, con el dinero que tienes y con el trabajo que tienes o no tienes, no vas a ser feliz con nada que tengas externo. La felicidad se trabaja desde dentro, nutriéndose por dentro, creciendo por dentro, desarrollándose por dentro. Nada externo puede hacer que tú SEAS feliz. Sólo tú tienes ese poder.
– Igual que pasa con los castigos, también con los premios conseguimos educar a personas que necesitan la aprobación externa constantemente.
o “Esto no es malo”, puedes pensar. No, claro que no, siempre y cuando tengan a una persona que les esté validando, no va a ser malo. Ahora bien, como llegue el día en el que no tengan a nadie que les valide, adiós “falsa autoestima”, adiós moverme, adiós avanzar, hola depresión, hola verdadera autoestima poco saludable.
– Se convierten en personas que manipulan al resto y, entre ese “resto”, están sus propios ma/padres.
– Comienzan a exigir cada vez más.
o El mismo premio no les va a servir siempre. Es más, conforme vayan creciendo el premio deberá crecer con ellos, quizá en cantidad, quizá en valor. Pero deberá ser así, porque si no es así, entonces no harán lo que se les pida porque habrán perdido la motivación intrínseca y la autodisciplina.
Y si es algo que no te preocupa porque piensas que con una conversación conseguirás restablecerlo porque serán adolescentes o adultos jóvenes y lo entenderán…nada más lejos de la realidad.
Los aprendizajes pasan a nuestro inconsciente y cambiar una creencia o un aprendizaje inconsciente no es cuestión de una conversación ni de 5. Lleva tiempo y dinero en psicólogos, coaches o terapeutas.
¿Cómo puede ser esto? Muy fácil! Hacemos cosas y no sabemos porqué las hacemos. ¿Y porqué no lo sabemos? Porque las creencias que sustentan nuestras acciones están en nuestro inconsciente.
Y, o bien sabemos subirlas al consciente porque nos hemos formado para ello, o bien invertimos dinero en que alguien nos acompañe en el proceso y nos enseñe cómo hacerlo.

En esta entrada te hablo más sobre el engaño del refuerzo positivo
Total, que además de conseguir que tus hijos e hijas se conviertan en adultos con una autoestima poco saludable, que no saben ser felices porque creen que su felicidad depende de lo externo, sin autodisciplina, exigentes con los demás y manipuladores…sale caro!
¿Cuál es la alternativa a los premios y los castigos?
La alternativa a los premios y a los castigos son: las consecuencias naturales y las soluciones queridos y queridas.
Enseñémosles a nuestros hijos a resolver problemas, situaciones y adversidades. Preparémosles para la vida. Proporcionémosles herramientas. Desarrollemos todo el potencial que pueden llegar a tener.
Como consecuencia se entiende consecuencia natural, desarrollo natural de la vida, la misma consecuencia que tendría un adulto.
Imagínate las siguientes conversaciones entre dos personas adultas:
Conversación 1:
(suena el teléfono)
– Fulanit@ soy Pepit@, hemos quedado esta tarde con Marianit@ y Juanit@ a tomarnos algo que hace tiempo que no nos vemos. ¿Te apuntas?
– Qué va!! No puedo!!
– ¿Y eso?
– Menganit@ (mi pareja) me ha castigado sin salir porque tenía que presentar un informe en el trabajo y no lo he presentado. Además tengo que colgar ya porque le tengo que devolver el móvil, que me lo ha quitado hasta dentro de dos semanas.
Conversación 2:
(suena el teléfono)
– Fulanit@, soy Pepit@! Oye, hemos estado hablando del viaje de Navidades y se han apuntado mis cuñad@s también, te importa?
– Para nada Pepit@!! Además, no vamos a poder ir. Así que, por lo menos, tenéis compañía.
– ¿Pero qué me estás diciendo? Si os hacía muchísima ilusión.
– Ya, ti@!! Pero es que me he ido al trabajo sin recoger la habitación y cuando he llegado Menganit@ me ha castigado sin ir al viaje. Además, el dinero del viaje lo necesito para pagarme un/a psicólog@ para reparar mi salud emocional porque ha estado un rato diciéndome que soy un desastre, un/a guarr@, que no tengo remedio y que está cansad@ de mí.
Si esto pasara en la vida adulta, tardaríamos muy poquito en dejar a nuestra pareja.
Sin embargo, lo hacemos con nuestros hijos una y otra vez sin pararnos a pensar ni en las consecuencias de nuestros actos ni de nuestras palabras.
Educar, significa guiar. Guiarlos en el camino hacia la vida adulta.
Y ¿qué hacemos?
Meterlos en un mundo que nada tiene que ver con la realidad.
Castigos sin sentido.
Premios sin sentido.
Gritos y humillaciones sin sentido.
Y cuando nosotros consideramos, “les damos la patada” y los dejamos en el mundo real (normalmente cuando llegan a la adolescencia). Es entonces cuando están perdidos, no entienden nada, sacan la ira y la rabia. Están desconcertados. Se encuentran sin herramientas para afrontar el día a día. Se agobian, se deprimen, se vuelven agresiv@s.
¿El motivo?
Que nosotr@s como ma/padres no hemos hecho bien nuestra labor.
Porque educar no es proporcionar ropa, hacerlo todo por nuestr@s hij@s, someterlos y darles de comer.
Educar es mucho más. Es darles amor, confianza, empatía, comprensión, conexión, autoestima, autoconfiaza y muchas herramientas.
¿Cuáles son las consecuencias naturales en la vida adulta?
Por ejemplo:
“Si no voy al trabajo, me llamarán la atención. Y si sigo sin ir de manera reiterada y sin justificación, me despedirán”
“Si no hago mi trabajo como mis jefes/as me lo solicitan, me avisarán. Y si sigo así, me despedirán”
¿En qué parte de la consecuencia natural está? :
“El sábado mi pareja me castiga sin salir con mis amig@s”. “Mi pareja me quita la consola o el móvil”. “No podré ir esta tarde a tomarte unas cañas con l@s amig@s”. “Mi pareja cuando se entere de que no he hecho mi trabajo, me castigará sin salir de la habitación”…
¿Cuáles son las consecuencias naturales en la infancia y en la adolescencia?
Ejemplo 1:
Ante un/a niñ@ que no quiere hacer las tareas del cole/instituto:
“Si no haces los deberes, es probable que el/la profesor/a te baje la nota en el examen. Incluso, es posible que te pueda suspender la asignatura.
“Si suspendes muchas asignaturas, tendrás que repetir curso”
Esa sería la consecuencia natural de “no hacer los deberes” o “no estudiar”.
Es posible que para ti sea extremadamente incómodo lidiar con la incomodidad de que tu hijo o hija suspenda o repita curso. En este caso, lo ideal sería que te lo trabajaras y te lo gestionas tú. Dejarles a ellos la responsabilidad de tu bienestar es dejar la responsabilidad fuera y una actitud de un adulto infantilizado.
Recuerda que:
La única persona responsable de tu bienestar eres tú. Ni los demás, ni nada externo
Y si para ti no es incómodo que suspenda o repita, menos motivo entonces para premiar o castigar.
Ejemplo 2:
Ha tirado un vaso de agua
“Se ha caído el agua. Vamos a recogerla para que nadie se resbale y que no se ensucie todo”
(Nótese el “Vamos”, más todavía si son pequeños. “Vamos” implica tú y yo. No, “ven conmigo de la mano y yo lo recojo”. Es más bien: “ven conmigo de la mano, cogemos el papel y la fregona y lo recoges tú mientras yo te acompaño y permanezco a tu lado”)
Ejemplo 3:
No quiere recoger su habitación
“Veo que tu habitación está desordenada. Si no la recoges llegará un momento en el que no encuentres nada y además, no tendrás ropa limpia para ponerte”
– Si es pequeñ@: “¿Quieres que te ayude a recogerla o la recoges sol@?”
(Alternativa) “¿Quieres que la recojamos o la vas a dejar así?”
La alternativa es mucho más incómoda para nosotros como ma/padres porque no nos suele gustar tener la casa (en general) desordenada. Pero es una ocasión muy muy buena para que ell@s comprueben lo que pasa si no recogen. Y te aseguro, que antes o después va a recoger porque llegará un momento en el que no podrá estar.
Aquí, la única dificultad es gestionarnos nosotros.
– Si es adolescente o pre-adolescente: dejamos que tenga su habitación como quiera y ni le recogemos nosotros la ropa, ni le ordenamos la habitación, ni la limpiamos. Llegará un momento en el que la necesidad le haga recogerla. Muchas veces prueban para comprobar dónde está nuestro límite. Si sabemos gestionar nuestra propia incomodidad, antes o después recogerán.
o Y si te estás diciendo a ti mism@ que se puede tirar así semanas si no se lo recoges tú o si no le amenazas, te vuelvo a recordar que si tú tienes tu habitación o tu casa desordenada, nadie va a venir a castigarte ni a recogerla por ti, ni a lavarte la ropa, ni a recogerte la cocina. Por lo tanto, la consecuencia natural de no recoger es que está todo por medio.
Ejemplo 4:
Ha sacado sus juguetes al salón y no quiere recogerlos.
“Veo que te lo has pasado súper bien jugando en el salón. Ahora vamos a recoger para que pueda haber espacio para todos y que no se rompa ninguno de tus juguetes”
**¡¡OJO!! Si les ayudamos a recoger, les ayudamos. Es decir, NO recogemos nosotros, sino que les ayudamos y/o acompañamos en ese proceso
Aquí hay que tener muy claro algo: “Una cosa es que sea su habitación la que tenga desordenada y otra muy diferente es que el espacio común de toda la familia esté desordenado porque tu hij@ quiera”.
Educar con respeto no es dejar que haga lo que quiera. Es guiar. Es acompañar. Es establecer normas de convivencia y que sepan respetarlas pero no a fuerza de castigos y premios.
Opciones hay muchas en este caso (como siempre). Alguna de ellas podría ser:
“¿Recoges mientras yo hago X o te ayudo a recoger?”, “¿Recoges tú X juguetes y yo recojo Y?”
En caso de que sean adolescentes o pre-adolescentes, no suele suceder que dejen el salón desordenado (es más un tema de su propia habitación como he comentado antes) Pero si fuera el caso, podríamos explicarles que pueden tener la habitación como quieran porque es su espacio pero que tienen que respetar el espacio común y de los demás para que los demás también respeten el de ell@s.
¿Y si aún así no quieren recoger?
Es interesante tener en cuenta que si desde pequeños les acompañamos y les enseñamos la importancia de respetar el espacio de los demás y el espacio común, no tendremos estas situaciones en la adolescencia.
Si no lo hemos hecho y ahora nos encontramos con esta situación, será necesaria mucha paciencia por nuestra parte para “no perder los papeles” y mucha autogestión. Siempre podremos trasladar sus cosas del espacio común y dejarlas en su habitación sin ordenar, sin recoger y sin limpiar y explicarles tranquilamente que lo hemos dejado allí porque es necesario que haya un orden y un respeto en las zonas comunes y de los demás.

Ejemplo 5:
Mi hij@ no se quiere ir del parque y me está montando una “rabieta” increíble.
Es este caso te dejo por aquí un enlace al artículo que escribí sobre cómo gestionar las rabietas en la calle (aunque también te sirve para casa).
Ejemplo 6:
Mi hij@ está todo el día con el móvil.
1º Deja tú el móvil, la tablet o la tele
2º Proponle actividades juntos. Excursiones fuera de casa. Estableced normas conjuntas para dejar el móvil en las horas de comidas y cenas…
3º Necesitamos empezar a entender que nuestr@s hijos han nacido en una época totalmente diferente a la nuestra.
Han nacido en la época de las telecomunicaciones, los móviles, las tablets, los videojuegos, las redes sociales, el whatsapp.
No podemos pretender que se aparten de todo ello porque sería lo mismo que si nuestros padres se hubieran quejado de que nos pasábamos el día jugando a las canicas, a pillar o a grabar música en cintas de cassette (o como sea que se escriba).
Pretendemos que nuestros hij@s pasen su tiempo libre como nosotr@s lo pasábamos pero sin hacer nada para que eso suceda y sin ser conscientes de que ni nosotros somos nuestros padres, ni vivimos en la misma época en la que estábamos cuando éramos pequeñ@s.
Es absurdo mantenerlos alejados de ellos pero, si tenemos hij@s pequeñ@s sí que podemos retrasar ese momento lo máximo posible.
¿Cuántas veces has visto en un restaurante que un niño o niña de a penas un año (o mayores) está comiendo con el móvil encima de la mesa viendo dibujos, juegos o canciones mientras los padres están tranquilamente hablando con los amigos o familiares y sin interrupciones? Luego decimos que nuestr@s hij@s tienen dependencia del móvil/tablet.
¿Dónde ha quedado compartir el rato de la comida e integrar a nuestros hijos en esos momentos?
¿No nos damos cuenta de que somos nosotros quienes los aislamos cuando a nosotros nos interesa para que no nos molesten y luego nos quejamos de que se aislan con el móvil o la tablet, cuando lo único que hacen es lo que les hemos enseñado que hagan?
¿No nos damos cuenta de que queremos que hagan lo que a nosotros como adultos y ma/padres nos conviene en cada momento sin pensar en sus necesidades?
¿No nos damos cuenta de que si esto lo hiciera nuestra pareja con nostr@s ya no estaríamos con él o ella?
4º Muéstrales de qué manera utilizar el móvil o la tablet para sacar su máximo potencial.
Ejemplo 7:
Mi hij@ no quiere comer.
“Veo que no quieres comer, ¿no tienes hambre o no te gusta la comida?”, “si no comes ahora, es posible que tengas hambre luego”.
Es vital tomar conciencia de algo:
Si a tus invitados no les pones la comida que no les gusta o estás dispuest@ a hacerles otra cosa de comer si no les gusta lo que hay, ¿por qué a las personas más importantes en tu vida o que más quieres sí que les obligas o no es haces lo que les gusta?
Y no, tú no comes de todo. Lo que pasa es que sólo cocinas lo que te gusta y sólo pides de comer en los restaurantes lo que te gusta. El resto lo evitas. Sin embargo, obligamos a nuestros hijos a comer lo que A NOSOTROS nos gusta comer.
Porque, imagínate que no te gusta el sushi. ¿A que no vas a hacer un día sushi en tu casa o te vas a ir a un japonés y te vas a obligar a comer sushi? ¿Y por qué motivo sí que les obligas a comer coliflor, acelgas o lo que sea que no les gusta y que a ti sí?
¿Cuándo nos vamos a dar cuenta de que educamos a nuestros hijos e hijas tal y como a nosotros nos gustaría que fueran SIN RESPETAR CÓMO SON?
¿Por qué mi hij@ no me obedece si no es con amenazas o castigos?
Pues seguramente porque tenga una necesidad que no está siendo cubierta.
¡¡Pues que me la pida!!
Sí claro! Pues que llueva dinero del cielo ya puestos, no?
Los niños muchas veces no saben pedir lo que necesitan:
1º Por la falta de vocabulario
2º Porque la mayoría de los adultos tampoco lo hacemos
¿Cuántas veces has dicho eso de: “deberías saberlo”, “si me quisieras lo hubieras sabido” o “ya me conoces, tendrías que saberlo”?
3º Porque no les hemos enseñado a hacerlo
4º Porque en muchas ocasiones no son conscientes de lo que les pasa
Es posible que tu hijo o hija necesite pasar más tiempo contigo, necesite cubrir alguna necesidad biológica, necesite más atención, necesite ser visto y ser tenido en cuenta. En fin…cualquiera de esas necesidades que no solemos darles y que son básicas para su correcto desarrollo.
¿Pero cómo voy a pasar tiempo con él/ella si entre el trabajo, la casa, el cole, sus extraescolares y los deberes no tenemos tiempo libre? Pues no lo lleves a tantas extraescolares que no necesitan tanto sociabilizar con los demás (y ya lo hacen en el colegio/instituto) y sí necesitan sociabilizar CONTIGO.
Miriam, es que mi hij@ siempre viene a preguntarme si me gusta lo que ha hecho, a traerme las notas, lo deja todo desordenado y parece que lo hace a cosa hecha para fastidiarme, todos los días igual!!! [inserte aquí el que sea su dolor y queja]
¿Qué hacer en estos casos?
1º Bajar a su altura
2º Validar su emoción o su comportamiento: “entiendo perfectamente que no quieras recoger. A mí a veces también me pasa”
**En los casos en los que han transpasado un límite, propio o ajeno, no podremos validar el comportamiento. Por ejemplo, cuando se pegan o agreden a alguien, física o verbalmente, o cuando rompen algo. Sin embargo, en estos casos sí que podemos validar la emoción: “entiendo quizá estabas muy enfadado”.
3º Acompañar: “¿quieres que te ayude?”, “te acompaño a que recojas”
Ejemplo: No quiere hacer las tareas del cole/instituto
1º Ponernos a su altura
2º Validar su emoción o su comportamiento: “Entiendo perfectamente que no quieras hacer las tareas del cole/instituto. A mí, a veces, también me parece un rollo hacer cosas del trabajo/casa”
3º Explicamos la consecuencia natural: “Si no los haces es posible que te bajen la nota del examen”
4º Buscamos solución: “¿Qué se te ocurre que puedes hacer para terminar pronto y que tengas tiempo libre?” o ¿Qué quieres hacer: realizar las tareas cuanto antes o llevarlas sin hacer?”
5º Acompañamos: “Confío en ti y te quiero, decidas hacer lo que decidas hacer”
6º Gestionamos nuestra propia incomodidad
Habrá ocasiones, muchas de hecho, en las que nuestros hijos y nuestras hijas tomen decisiones en las que no estaremos de acuerdo o que sabremos, por propia experiencia, que quizá no es la más “adecuada”, “acertada” o “rápida”.
Aún así, deberán saber que estaremos a su lado y les apoyaremos, porque somos conscientes de que ellos y ellas deben seguir su propio camino para poder tener los aprendizajes que les correspondan.
Podremos dar nuestra opinión y contarles nuestra experiencia, teniendo en cuenta de que, siempre que su integridad no corra peligro, serán ellos y ellas quienes decidan.
En lugar de los premios:
Ejemplo 1: Buenas notas
1º Ponernos a su altura
2º Somos objetivos: “veo que has sacado un X en el examen”
3º Conectamos y les damos la importancia a ellos: “¿cómo te sientes?”
4º Reforzamos su autoestima: “Saques la nota que saques te voy a querer exactamente igual, eres igual de importante, vales exactamente igual, porque tú vales sólo por existir”.
Ejemplo 2: Aprobación continua
1º Ponernos a su altura
2º Somos objetivos: “veo que has pintado un dibujo con muchos colores”
3º Conectamos y les damos la importancia a ellos: “¿te ha gustado pintarlo?” “¿quieres ponerlo en algún sitio?”
4º Nuestra opinión importa un pimiento: “lo más importante del mundo es que a ti te guste y te lo hayas pasado bien”.
Y si te sigue preguntando si te gusta porque está acostumbrad@ a la aprobación externa, pues no pretendas que vaya a cambiar en un momento lo que lleva años integrando y creyendo.
Así que le puedes decir que te gusta que se lo pase genial o que el dibujo te gusta pero que lo más importante es que le guste a él o ella, etc.
Algunos estudios al respecto:
Por si quieres ampliar información, te dejo aquí un meta-análisis de 88 estudios que publicó en 2002 Elisabeth Gershoff (psicóloga del desarrollo humano, PhD en “desarrollo del niño y las relaciones familiares”. Su investigación se centra en el impacto de la disciplina de los padres (o del modelo educativo) en el desarrollo del niño y del adolescente)
Y si, además de castigarles, les gritas cuando lo haces, aquí te dejo unos estudios bastante interesantes sobre las consecuencias que tiene:
La Universidad de Nueva York realizó una investigación que fue publicada en
Current Biology en la que determinaba que:
“El grito tiene una propiedad sonora única. Nada produce un énfasis similar. Porque impacta y activa el centro neuronal del miedo, que está en la amígdala”.
Este estudio publicado por la Universidad de Harvard, afirma:
“Los gritos, el maltrato verbal y la humillación o la combinación de los tres elementos alteran de forma permanente la estructura cerebral infantil”.
Las universidades de Pittsburg y Michigan llevaron a cabo una investigación que fue publicada en Child Development:
“Los efectos de esta violencia verbal provocan problemas de conducta en los menores, como discusiones y peleas con compañeros, dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, síntomas de tristeza repentina y depresión”.
Conclusiones:
– Las consecuencias, si no están directamente relacionadas y no son el curso natural de la vida, no son consecuencias, son castigos
– Tanto premios como castigos tienen consecuencias importantes en la salud emocional de los peques
– Educar no es cómodo ni rápido. Educar lleva tiempo, requiere incomodidad, respeto y aceptación
– Educar no es que nuestros hijos hagan lo que queremos o que sean como queremos. Educar es acompañarles en el camino y prepararlos para la vida real
– En lugar de castigar y premiar, valida, da opciones, pregúntale para que busque soluciones, no se las des tú. En caso de que no se le ocurra ninguna solución, ofrécele varias (mínimo 3) y que sea él o ella quien decida la que va a llevar a cabo., independientemente de que a ti te parezca la mejor opción o no. Tus hijos no necesitan la que para ti es la mejor opción. Necesitan la que para ellos es la mejor en ese momento para aprender lo que tengan que aprender
– Acompañar y guiar no es obligar, someter, juzgar ni humillar
– Educar y acompañar requieren amor incondicional, confianza y respeto absoluto.
“Acostúmbrate a sentirte cómodo en la incomodidad”
Wow… Menuda lección.. Cierto es que esto que nos cuentas nos resulta más difícil porque como padres lo único que tenemos como ejemplo o referencia es lo que nuestros padres nos enseñaron.. Pero como todo, podemos elegir hacerlo de otro modo. Yo sigo insistiendo que mi madre me criara de tal forma no significa que yo tenga que hacer igual, simplemente puedes elegir otra opción, pero para ello tienes qur leer mucho y trabajartelo, sino de forma involuntaria te sale los apegos del pasado…
En fin, me parece muy muy interesante lo que nos cuentas.
Muchas gracias, un abrazo.
Hola Alicia! Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado y, sobretodo, que te pueda ser de utilidad. Como bien dices, tenemos opción de elegir y aferrarnos a pensar que lo hacemos como lo hicieron con nosotros, para mí no es más que una excusa para no cambiar nada. Como siempre digo, me sirve esto de excusa si me lo dice mi madre pero no me sirve si me lo dice una amiga. El acceso a la información y a la formación que tenemos hoy en día es tan brutal y tan sencillo que todo está en si decidimos hacerlo mejor o no 🙂 Te mando un abrazo!!
Miriam este post me parece fascinante, me veo reflejada en muchos aspectos, ese grito a destiempo, esa amenaza impulsiva, esa crueldad desmedida con la que sentencio y juzgo sin derecho a réplica cuando he superado mis límites y no siempre con la delicadeza que correspondería…( Y muchas veces es la gota que colma mi vaso con mis circunstancias y no el suyo)
Cómo nos han educado con premios y castigos, con necesidad de aprobación y miedo, cómo llegamos a trasladar el método a nuestros hijos de una manera tan natural que asusta.
Es cierto que así como me siento reflejada en muchos aspectos negativos también siento que lecturas como está me hacen plantearme como mejorar mi relación con mi hijo. No quiero ser ni su amiga ni su ogro personal, solo su madre. Empatizo, me observo desde dentro y respiro buscado cómo enfocar mi respuesta para no herir, para ser positiva y plantear las preguntas correctas para así tratar de provocar contestaciones adecuadas, no herir su autoestima y hacerle fuerte, proporcionarle confianza, seguridad, respeto y valores para el desarrollo de su inteligencia emocional.
A veces creo que el motivo de mi doble personalidad es que siento tener que actuar como madre y padre ausente, no ser dura pero ser la buena y la mala de la película a la vez es agotador…
Gracias de verdad, hoy me has hecho pensar mucho.
Lo primero de todo, muchas gracias Ana por escribirme y compartir tu sentir.
Yo te invito a que reflexiones sobre lo siguiente: ¿cómo sería NO ser la buena y la mala de la película? ¿cómo sería NO actuar como madre y padre ausente? ¿cómo sería ser simplemente su madre? ¿cómo sería saber poner límites con firmeza y amabilidad al mismo tiempo? ¿cómo sería decir “te quiero y la respuesta es NO”? ¿cómo sería educar simplemente para la vida?
Aprovecha esos momentos en los que no lo haces todo lo bien que te gustaría para pedirles perdón y enseñarles, de manera intrínseca, humildad y que no pasa nada por equivocarnos.
Educar de manera respetuosa no es una utopía, es una realidad y es posible hacerlo. Requiere de mucho autoconocimiento y de un trabajo personal previo para no dejar que nuestras emociones del día a día interfieran en cómo actuamos con nuestros hijos o nuestras hijas.
No sé si tienes doble personalidad o no porque no te conozco, piensa si quizá esa diferencia de cómo lo tratas depende de tu estado emocional ese día o si viene derivado porque de pronto te das cuenta de que estás siendo muy dura, aflojas y luego te das cuenta de que quizá se te está yendo de las manos y vuelves a apretar. (Te dejo esto por si te ayuda)
Te doy la enhorabuena por ir tomando consciencia.Y te mando mucho ánimo y un abrazo enorme. ¡Estás en el camino!
Cada párrafo era un anclaje al siguiente, agradecida por tremenda lección. Soy madre de 2 varones, 10 y 5 años, vengo con el patrón de crianza de 4 hermanas todas mujeres dónde cada una realiza una actividad para mantener la casa aseada y ordenada. Ese patrón lo arrastró con mis hijos, mi esposo no me acompaña, el se inclina por qué la casa es mi responsabilidad. Bajo patrones de distintas crianzas los voy llevando. Parece que estoy criando a tres incluyendo a mi marido. Es agotador a veces digo, que no les diré nada y la casa se desordena y no les da una pisca de atención por ordenar. Entonces me concentro en cumplir mi responsabilidad de trabajar, llevarlos a la escuela cumplir sus tareas escolares y así se no van los días. No logro crearles el hábito de su propio beneficio. Hay días que les digo en la noche, mañana el que se pare va a la escuela, y el que no no irá, o otro ejemplo el que coloque su ropa en la ropa sucia se la lavo el que no, no tendrá ropa limpia. Lo hacen solos un día y ya luego no. El que más me preocupa es el de 10, que ya está en su pre adolescencia.
Mucho ánimo Patri! Al final se trata de mantener tu palabra y mantenerte en tu lugar. Si les dices que si no llevan su ropa a lavar la tendrán sucia y lo hacen un día ¿qué sucede el resto? imagino que no la llevan a lavar, entonces ¿qué haces tú cuando no la llevan? ¿la recoges y la lavas? ¿Mantienes tú tu palabra de que no les vas a lavar la ropa?.
En caso de que no la mantengas, ¿cómo les podemos enseñar a que ellos sí que mantengan su palabra y su compromiso cuando nosotros no la mantenemos?
El jueves empezamos un curso para educar con autoestima. Tienes toda la información aquí: https://miriamanton.es/taller_educar-con-autoestima por si crees que te puede interesar. Yo estoy segura de que te aportaría muchísima luz y muchas herramientas, pero tienes que estar segura tú.
Te mando un abrazo!
Hola Miriam, ha sido muy enriquecedor y claro y he visto muchas cosas en las que fallo, pero no he acabado de entender muy bien cómo actuar si tu hijo pega cuando está enfadado. Creo que es algo que hay que cortar des del principio, pero no entiendo cómo hacerlo sin que haya un castigo.
Gracias
Hola Anna,
Muchas gracias por tu comentario y por dedicar un ratito de tu tiempo a leer el artículo y, sobretodo, a dejarme un comentario.
Te invito a que, si no lo has hecho ya, te registres en la masterclass gratuita y la veas, creo que puede aportarte herramientas en cuanto a qué hacer cuando los peques expresan su agresividad pegando. Puedes acceder a ella desde aquí: https://miriamanton.es/masterclass-gratuita
De manera rápida decirte que si tú le pegaras a otra persona, no vendría nadie a castigarte, por lo tanto no tiene ningún sentido hacerlo con nuestros hijos. ¿Significa eso que debo dejarle que pegue? Por supuesto que no. Significa que no sabe cómo gestionar esa ira y que necesita a alguien que le enseñe. Ahí es donde entra tu labor como madre, enseñarle a canalizarla de otra manera y a gestionarla mejor sin herir a nadie y sin herirse a él mismo. Que no se te olvide nunca: cuando tu hijo está agrediendo a otra persona, a quien más daño le está haciendo es a si mismo.
Pregúntate además: ¿Con el castigo estoy enseñándole las aptitudes y cualidades que quiero que tenga cuando sea una persona adulta? ¿Le estoy enseñando a escuchar, a empatizar, a dialogar, a pedir lo que necesita sin agredir a nadie y sin agredirse él mismo? Es decir, ¿le estoy enseñando a progresar en la vida? ¿O le estoy enseñando a que cuando algo no le guste que ejerza la autoridad?
Gracias es un artículo genial y muy muy esclarecedor aunq cuesta cambiar pautas de actuación que salen automáticas, habrá que trabajarlas.
Muchas gracias Gia! Efectivamente, cuesta hacerlo porque nuestros comportamientos están sujetos por nuestras creencias inconscientes. Para que haya un cambio real y que no cueste tanto, es necesario hacer un cambio de creencias. Es la única manera de que los cambios sean reales y duraderos en el tiempo.
Te mando un abrazo!
Hola Míriam,
Me ha encantado tu masterclass y he querido ampliar leyendo el artículo. Tengo una hija de 4 años que empieza a “retarme”
bastante y tengo algunas dudas…
La consecuencia natural (en la vida real como adultos) cuando alguien te contesta mal o te dice, por ejemplo, “vete de aquí” de malos modos, sería que te alejes y que luego le hagas saber que no te gusta que te hablen mal y que por eso te alejas y no le hablas?
Y en otros momentos, ella vigila mi expresión facial y me pregunta si estoy enfadada. Obviamente quiere que siempre esté contenta pero hay veces, cuando me contesta mal o me empuja, por ejemplo, que sí estoy enfadada con ella o sí me hace enfadar y a parte de decirle que sí estoy enfadada y explicarle el motivo…no sé cómo avanzar! Entonces ella llora porque se siente mal, etc etc. te lo puedes imaginar…podrías ayudarme o indicarme cómo seguir? Muchas gracias! Has sido de gran ayuda!
Hola Laura,
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra saber que la Masterclass te resultó útil.
En cuanto a lo que me comentas, ya te aviso que no voy a ser muy amable, pero voy a ser sincera:
1. Es lógico que ella se sienta mal cuando le dices el motivo de tu enfado ¿por qué? Porque la estás responsabilizando de tus emociones. Ni ella te hace enfadar, ni te enfadas con ella. La única que se enfada eres tú y la única que decide enfadarse eres tú. Responsabilizarla a ella de tus emociones (o a lo que ella hace), es dejar la responsabilidad fuera de ti. Tú y solo tú, ers la responsable de tus emociones y de como te sientes en cada momento. Este es el primer paso para poder llevar adelante una educación respetuosa.
2- Alejarte y no hablarle es lo mismo que retirarle tu amor (así es como lo interpreta el inconsciente) y el amor de una madre hacia sus hijos es INCONDICIONAL, nunca jamás se le retira el amor a un hijo o a una hija. Dejar de hablarle es una pataleta interna tuya y es lo que haría un niño pequeño cuando un amiguito le ha hecho algo que no le ha gustado, es decir es un comportamiento de adulto-infantilizado. Nunca se le retira la palabra a un hijo o una hija. Si necesitas tu espacio se lo pides, y se lo pides desde el amor y desde el más absoluto respeto. Ella te ha pedido su espacio ¿ha sido respetuosa pidiéndotelo? No. ¿Es la única manera que ella conoce de hacerlo? Sí. ¿Has sido tú respetuosa con ella cuando la has responsabilizado de tus emociones? No.
3- Si quieres llevar a cabo una educación respetuosa y con autoestima, necesitas eliminar la creencia de que tu hija “te reta”. Tu hija simplemente tiene unas necesidades que no están siendo cubiertas y, debido al nivel madurativo o de desarrollo de su cerebro, tienes unas ideas equivocadas sobre cómo conseguir lo que necesita. Nada más!!! Para conseguir ver las necesidades del niño o de la niña, es necesario salir del mundo adulto-centrista y empezar a entrar en el mundo niño-centrista. Y, por supuesto, tomar consciencia de que nosotros estamos aquí para cubrir las necesidades de nuestros hijos y no ellos las nuestras.
Si estás interesada en profundizar más y en cambiar las creencias que te impiden poner en práctica las herramientas que ya conoces y conocer muchas más herramientas, así como aclarar todas tus dudas, en breve empezará la segunda edición de “Educar con Autoestima 3+3”. Si quieres una transformación en tu vida familiar, te lo recomiendo. Escríbeme un mail y hablamos 🙂
Un abrazo,
Miriam.
Buen día muy buena la forma y modo explicativo todo lo que usted dice señorita couch,en la vida real es totalmente diferente,cuando uno grita ,reta ,no es que le guste ,solo que a veces son situaciones que te superan,ojo me hago cargo de conductas que no me gustan ,porque cuando estoy sola pienso y pienso y digo ummm debo intentar ser diferente y tratar con amor de hablar con amor ,pero a veces ay cositas que me superan, igualmente al leer algunos de sus escritos es interesante como usted lo explica y da pautas de ayuda ara con el trato de los chicos,me doy cuenta que por otras situaciones uno reta a los chicos y eso intento cambiar,y me doy cuenta que a cada momento mi hija me dice mamá te quiero o me da besos cuando justo vamos a empezar a estudiar y dentro de mi pienso eso lo hace por miedo a que yo le grite es como trata de darme o mostrarme si cariño para yo tratarla bien y enseñarle con más amor y yo intento solo que a veces me irritó y quiero que ella me necesite o me de cariño porque eso siente y no por miedo ,podría darme algunas pautas muchas gracias
Hola Key,
Muchas gracias por tu comentario.
La vida real no es diferente, por experiencia lo sé, tengo dos hijos. Lo que pasa es que no hacemos “nada” por cambiar las reacciones automáticas que tenemos. Es decir, no invertimos dinero en formarnos y, sobretodo, en tratar nuestras creencias y nuestros automatismos porque seguimos considerándolo innecesario. Seguimos creyendo que no tenemos que pagar para que nadie nos enseñe a educar de manera respetuosa y, sobretodo, por encima de todas las cosas, gritamos, castigamos y amenazamos a nuestros hijos porque creemos que podemos y nos creemos con derecho a ello. Nos vemos muy por encima de ellos y vemos la educación desde la mirada del adulto, con una mirada adulto-centrista. No nos ocupamos de cubrir las necesidades reales que tienen sino de que ellos cubran las nuestras.
Te diría que primero tomes consciencia de esto que te acabo de decir, desde el respeto y el amor más profundo, y luego que vayas anotando las creencias que tienes con respecto a la educación de tus hijos, es decir, cada vez que suceda algo y tú grites o amenaces, que antes de hacerlo te pares a reflexionar lo que estás pensando en ese momento, justo antes de gritar o amenazar. ¿Estás creyendo que no te respetan? ¿Estás creyendo que te están tomando el pelo? ¿Estás creyendo que van a ir por el mal camino?, …. lo que sea que estés creyendo. Eso te va a dar pistas sobre por donde empezar a trabajar. Teniendo claro que los hijos son reflejo de los padres y que si quieres un cambio en ellos, el cambio tiene que empezar en ti.
Y luego, por supuesto, si consideras que quieres realmente cambiar tu modelo educativo y cambiar esas creencias por las que reaccionas automáticamente, puedes formarte para ello. Conmigo tienes una formación específica que se llama “Educar con Autoestima” donde, además de dar herramientas, trabajamos las creencias y las heridas que hay. Sino, hay mucha gente que, afortunadamente, también hace formaciones.
Te mando un abrazo,
Miriam.
‘¿Lo que más me preocupa? Que damos por veraz la información cuando viene de alguien que tiene un título, sin pararnos a pensar que un título lo único que te dice es que dicha persona ha hecho unos exámenes y que los ha aprobado según el criterio de su profesor/profesora. Porque un título no te da el conocimiento´
Sin menospreciar tu artículo, que me parece que tiene cosas muy acertadas y otras no tantas, me parece muy arriesgada la acusación que haces contra el título de psicología, reduciéndolo a un ‘título de que dicha persona ha hecho unos exámenes que ha aprobado según el criterio de su profesora’. Es absurdo pensar que se llega a ser psicólogo sólo por eso. No he visto que pongas cuál es el artículo del que hablas para opinar así que no puedo decir si estoy de acuerdo o no con las otras dos compañeras de profesión. Lo que si he visto es que eres coach, una formación diferente a la psicología, pero en la que también haces unos exámenes y te dan un título, el mecanismo viene ser a parecido, según tu punto de vista reduccionista. No sé en tu caso, qué es entonces lo que te da ‘el conocimiento’, quizá tu propia experiencia como madre o trabajando en el ámbito educativo.
Pero desde luego quería comentar lo irresponsable e irrespetuoso qué es ese comentario que has escrito, porque me parece importante con la grave situación que existe en España ( y en el mundo) respecto a la salud psicológica de las personas, que se siga echando por tierra una profesión que es necesaria y qué es sinónimo de salud. Por favor, no se dejen llevar por la charlatanería, infórmense.
Un saludo.
Hola Ana,
Muchas gracias por tu comentario y por dedicar un rato de tu tiempo a escribir.
Lamento profundamente percibir que lo has tomado de manera personal. No voy a entrar a convencer a nadie de nada, solo quiero decirte que me parece de vital importancia tomar consciencia de que un título por sí solo NO te da el conocimiento. Y te lo digo porque, en este país, damos por veraz la información que nos llega a través de los títulos (me da igual que sean psicólogos, médicos, abogados o fontaneros). Los programas formativos universitarios están obsoletos, y eso lo sabemos todos los que hemos pasado por una o varias universidades.
Entiendo tu frustración o tu enfado, de verdad que sí. Y lo entiendo porque es el mismo que yo siento cuando leo que hay que seguir utilizando el conductismo para educar a los niños y niñas.
En cuanto al resto de acusaciones, etiquetas y juicios que emites, no voy a hacer ninguna referencia puesto que entiendo que vienen desde el enfado.
De todas formas Ana, como te he comentado, muchas gracias por escribirme. Puedo ver que tal y como yo lo siento quizá no todo el mundo lo interprete por lo que he procedido a quitar esa parte. Sea como fuere, si estás interesada en saber qué artículo es, escríbeme a mi mail y te envío el enlace. Obviamente no voy a ponerlo por aquí porque no voy a poner “en la palestra” a nadie.
Te mando un abrazo,
Miriam.